En lo alto del cielo y en la vasta tierra, Su amor se despliega, su misericordia se cierra. Amar a Jehová, sobre todo placer, Es el faro que guía nuestro ser.
En la calma del mar y el rugido del viento, Su voz nos consuela, nos da aliento. Amar a Jehová, en todo momento, Es hallar paz en su eterno firmamento.
La lluvia que cae y el sol que resplandece, Son signos de gracia que su amor enaltece. Amar a Jehová, con todo el corazón, Es caminar siempre en su santa dirección.
En tiempos de gozo y en días de prueba, Su mano nos sostiene, nunca nos niega. Amar a Jehová, con plena devoción, Es la llave que abre la puerta a la salvación.
La creación entera canta su nombre, Desde el más grande al más humilde hombre. Amar a Jehová, con toda la mente, Es conocer la verdad de su presencia potente.
En la oscuridad y en la luz del día, Su amor eterno siempre nos guía. Amar a Jehová, sin ninguna condición, Es vivir en la sombra de su protección.
Los montes y valles en himnos le alaban, Su poder y grandeza siempre exclamaban. Amar a Jehová, con toda el alma, Es tener en él nuestra eterna calma.
Sus promesas son firmes, nunca cambiarán, En su palabra santa nos aferrarán. Amar a Jehová, con toda la fuerza, Es hallar en su abrazo la mayor fortaleza.
En el canto de aves y el murmullo del río, Sentimos su amor, siempre tan vivo. Amar a Jehová, con todo el ser, Es el camino hacia el verdadero renacer.
En cada latido, en cada respiración, Su amor nos envuelve en divina comunión. Amar a Jehová, sobre todas las cosas, Es hallar en él la más pura de las rosas.