En diciembre llega una noche estrellada,
donde el mundo celebra, su fiesta esperada.
Dicen que el maligno en sombras se asoma,
pero en nuestros corazones, solo hay una aroma.
Sabemos que el origen es pagano y distante,
sin embargo, nuestra fe es firme y constante.
No nos ocultamos, no vamos a callar,
pues cada día es de Dios, lo vamos a adorar.
Dejemos que el mundo en su danza se pierda,
mientras en nuestra alma, la verdad se aferra.
No porque esta fecha traiga historia oscura,
deberíamos escondernos, ni perder la ternura.
Levantémonos juntos, con valentía y amor,
dándole significado a este día superior.
Ellos celebran sus dioses, en un mundo ajeno,
pero nosotros aclamamos al único Dios pleno.
Así, en la noche de luces y canciones,
nuestra fe brilla más allá de ilusiones.
Con gratitud en el alma y paz en el ser,
en Navidad celebramos, ¡solo a Él vamos a ver!