Tempestad, brisa fuerte que golpea y avisa que la tormenta agita tan fuerte como los presentimientos que te regalan insomnio.
Que el oleaje oscuro de la noche y el silbido de las ventanas cerradas intentan abrir el corazón para burlarse de las lágrimas que aún no ves.
Que vivir frente al mar relaja cada músculo y sentimiento que lleva tu nombre, pero por otro lado te sumerge en la soledad de ese oscuro mar que de misterios he historia se llena cada día, cada noche.
Que por las noches se siente que hay sol y entonces desayuno y disfruto los kilos demás.
Que la tele me aburre y prefiero verte mientras duermes ignorando mi presencia.
Que asumo lo que soy, porque en esencia de palabras describo la vida, mi vida.
Porque no es dolor exactamente lo que nos embarga, sino la tristeza por perder la ración diaria de felicidad inocente.
Que cierto es, que vivimos quejándonos uno del otro y buscando la mejor manera de poder tolerarnos y recordarnos bonito.
Que la rabia por nada no pueda más y la indiferencia siga siendo el mejor pretexto para acercarnos sin que nos mordamos hasta despellejarnos.
Que los intentos del alma sirvan alguna vez y que los sentimientos vuelvan a jugar el papel de años atrás cuando te hacía sonreír por amor.
Que la rutina nos pida perdón y que tu felicidad sea plena aunque no conmigo.
Que de lágrimas y frustraciones también vive el mundo con sentido, como viven los niños mendigos comiendo lunas mientras imaginan caminos.
Que más importa que me quieras de lejos, si de cerca siempre serás la brisa y yo terminare siendo siempre la tempestad.