En este pequeñísimo instante
Quiero celebrarle a la vida
Por este fuego líquido que habita en mi pecho
Como caricia tenue y abrigadora
Por todas las mañanas desafiantes y ridículamente renovadas
Por la posibilidad de encontrar a Dios
En el mendrugo que decora mi mesa
En el silencio de las plantas
En el estruendo de la novedad que guarda la vida
También por poder orar
Por poder pedir por mis hermanos
Y saborear a lo lejos la paz que tanto se necesita
Por jugar a sacar de mí las puas de la imaginación
El aguijón como diría Sade
Eso es todo
Recuerdos de glorias recorridas
De cómo nos proveemos el alivio
Cómo masticamos el sufrimiento
Por el cual la vida se corona