El susurro de la tierra
En el amanecer de un bosque callado,
la brisa murmura un canto sagrado.
Los árboles alzan su verde fervor,
sus ramas se mecen en un dulce clamor.
La tierra respira, su aliento es de vida,
los ríos lo llevan con fuerza encendida.
Sus aguas danzan, cristalinas y puras,
tejiendo en su paso mil aventuras.
El cielo despliega su manto infinito,
donde vuelan las aves con canto bendito.
Sus trinos narran historias de antaño,
de días dorados y noches de escaño.
Las montañas, guardianas del horizonte,
erguidas con fuerza, desafiando el norte.
Sus cumbres nevadas son joyas eternas,
hogar del silencio, refugio en sus piernas.
La hierba susurra bajo pies errantes,
espejo del viento, confidente constante.
Las flores, pinceles de un cuadro divino,
pintan de colores el vasto camino.
Oh, naturaleza, madre infinita,
tu abrazo es refugio, tu canto nos invita.
A ser uno contigo, a cuidar tu esencia,
a honrar tu espíritu con nuestra presencia.
En cada rincón se esconde un misterio,
un soplo de magia, un eco etéreo.
Eres poema que nunca termina,
naturaleza, eterna y divina.