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DÁDIVAS DE SANTA LUCÍA

Desde 

la salvaje superficie

que da voz 

a nuestro cuerpo

al paisaje

de una ola 

que habita 

sin fecha 

tu destino,

 

el sol interno de los sueños 

en su demora centelleante 

ilumina 

el verso ciego

de una selvática luna

apátrida y gris,

 

donde la muerte íntima 

del interludio

es auge del adviento

y morada del muérdago,

 

donde el habla hace acopio

de lo indecible,

invisible mirada 

como señuelo

de un orbe 

desahuciado por el tiempo,

 

en una singularidad 

que tiene por verbo

a una raza huérfana 

de expresión

 

Jugando a  canicas 

con las cuencas vacías 

de sus ojos.