Afuera la lluvia
en casa el silencio,
las sombras se marchan,
despacio y con miedo.
El día comienza,
con timbres muy negros
de nubes plomizas
que están en los cielos.
El hombre protesta
de lluvias y vientos,
y arruga su cara
y pone mal gesto.
Pero esa protesta
la deja muy dentro,
mezclada en su sangre
y dentro del pecho.
Despacio, la vida,
recobra su celo,
y vuelve el poema
con rimas y versos.
La vida y la lluvia
nos mandan sus besos,
con lágrimas finas,
retales de sueños.
Un niño suspira,
sonríe despierto,
y eleva sus ojos
quizás, hasta el techo.
Y suenan campanas
que vienen de lejos,
contando las horas
para ir al colegio.
La rima y la lluvia
separan los velos
y hay versos cautivos
con otros muy ciegos.
¡Y llueve, sin duda,
y es algo cierto,
por eso la vida
prosigue y te quiero...!
Rafael Sánchez Ortega ©
09/12/24