En el alba quieta donde nace el día,
el viento susurra una vieja melodía.
Camino descalzo por senderos de luz,
y en cada paso, tu esencia me conduce.
Eres río que corre, eterno e inquieto,
llevando mis sueños en su cauce secreto.
En tus aguas claras se baña mi fe,
y mi alma navega hacia donde estés.
Eres cielo infinito, pincel en la tarde,
pintando horizontes donde mi amor arde.
Tus manos son lienzo, tus ojos reflejo,
y en tu sonrisa encuentro mi espejo.
En noches calladas, cuando el mundo duerme,
tu nombre resuena y mi corazón prende.
Eres la chispa que enciende mi ser,
el fuego sagrado que no puedo perder.
El tiempo, testigo de nuestra verdad,
teje con hilos nuestra eternidad.
Y aunque la sombra intente vencer,
mi amor por ti nunca va a ceder.
Si todo se apaga, si el mundo se quiebra,
mi voz seguirá siendo tu hoguera.
Porque en esta vida y en la que vendrá,
serás
mi faro, mi puerto, mi hogar.