Y se apagó la luz de mi fe
oculta detrás de mi tristeza
perdida entre lo que se fue
llevándose mi poca nobleza.
Y se derrumbaron sueños
que arrastró esa tormenta
dejando pedazos pequeños
en un mar que los fragmenta.
Y surgieron mil reproches
mientras asomaba el llanto
bajo el frío de las noches
cuando se le reza a un Santo.
Y el cielo se tornó oscuro
en medio de tribulaciones
se fracturó un sentir puro
por sus muchas decepciones.
Y se escucharon los gritos
de quienes se despedían
las verdades ya eran mitos
en labios que se arrepentían.
Y en voz baja se dijo adiós
como susurrando al oído
pidiéndole perdón a Dios
por ese amor hoy prohibido.
Andrea ©