Sueño a menudo con estar en una sala de cine gigante, ocupando un único asiento frente al proyector, y mirando la vida pasar en un rollo de película. Veo a las personas sonreírse, e incluso a mis seres queridos formar parte de la escenografía. Y sin embargo yo, no hago más que contemplar una filmografía donde no podría imaginarme apareciendo.
Pasan los días como escenas, los momentos como tomas. Escucho diálogos que olvido a la brevedad, así como vivo momentos donde no estoy.
En mi sueño, así como en mi cotidianeidad, no hago nada más que mirar, sin formar parte de nada. Y pienso muchas cosas, y tengo mucho que decir, pero miro a mi alrededor con esmero para encontrarme cada noche con cientos de hileras que esperan ansiosas a más espectadores; pero que siempre están vacías.
Pienso que debo aferrarme a una sola persona para siempre y poner toda mi fe en ella. Necesito a un ser sabio al que hablarle, necesito un padre, una madre, un amante, amigo y hermano, todos en el mismo cuerpo.
Necesito ser comprendida, de forma absurda y hambrienta, necesito que mis palabras se viertan en algún lugar.