Miras el espacio,
tu mente cuenta las estrellas,
tu imaginación construye constelaciones,
tu alma cuenta e imagina las ausencias.
Quizás, el espacio
tenga raíces invisibles,
tus ojos se cierran
soñando en un universo estrellado,
casi inalcanzable…
En tus manos, la tierra
que habitas, se deshace
como el polen de una rosa destilada,
sus latidos, un eco débil,
emerge cercano,
como un espejismo soñado.
¿El simple deseo de escapar
cuando lo que sostiene tus pies
se autodestruye en la confusión
que el habitante ha perdido
en un laberinto de violencia?
El poder, un parasito insaciable
se queda en tu pensamiento,
luego,
eres una pieza de un juego brutal.
decide abandonar la tierra,
huir al espacio,
construye plataformas de supervivencia.
Quedaran restos de tierra,
para restos de habitantes.
Entre tus dedos hay chispas,
puedes encender el fuego de tu alma,
así, la lengua del parasito,
dejará el espacio en la tierra …
¿Por qué no sueñas con una tierra
sin parásitos?