De las aguas, el cristal
Imaginar, romper el método
que me hace estar quieto.
Andar sin tener que andar,
caminar, correr y navegar
despegar el velamen,
a la fuerza del viento
junto al magnánimo aire
y que me lleve, conduzca
donde pueda yo verme.
Dentro muy dentro de mi,
donde sienta el frio en mi rostro
y mis pasos, en silencio.
Junto a la orilla,
donde las olas salpican mi piel.
Y separan la tierra del mar.
Donde lo lejos, está cerca
y donde lo cerca…
lejos... muy lejos.
Parado, tocar de las aguas
el cristal, espejo que me habla.
Que mira y me dice la verdad.
Abrumado ante la imposibilidad
de tocar... ¡las olas!
la espuma blanca,
¡mariposas blancas!
que rodean mi piel,
mojado, busco y miro,
solo veo… Espumas blancas,
olas de cristal… mariposas
que vuelan y desaparecen.
Sonido de viejas gaviotas,
revolean entre canastos,
buscan... un sustento,
alimento de mis deseos.
A lo lejos, una vieja barcaza,
no hay peces... se balancea
como nave que flota
ante lo inesperado,
ilusión de un viejo pescador.
Atrás, un sonido seco,
movimiento de ramas,
árboles que bailan
a un mismo rumor,
aire que pasa,
silbido de viento,
hojas secas de un solo color.
Francisco Pérez Bueno