En la bruma de mi mente,
tu recuerdo siempre brilla,
como el eco de un río,
como luna que suspira.
Te busqué por mil caminos,
te soñé entre las orillas,
pero el viento me decía
que tu sombra era la brisa.
Ni las horas que se apagan,
ni el rumor de las colinas,
podrán borrar de mi pecho
tu presencia tan antigua.
Eres luz entre las ramas,
eres fuego que palpita,
y aunque el tiempo nos separe,
no serás jamás ceniza.
Olvidarte nunca mi vida,
porque en cada amanecida,
tu nombre es flor que renace
y mi alma lo acaricia.