Al encogerseme el alma
se escogieron mis ideas
por causa de la gran pena
que su marcha me dejaba.
Se ahogaron mis palabras
cuando la miré en la puerta
con su sonrisa discreta
y silente su mirada.
De mis ojos, una lágrima,
era un verso de tristeza,
sin rimas y sin metáforas
y escrito con tristes letras;
¡cuál responso a mi esperanza
que jamás su amor muriera!
Autor: Aníbal Rodríguez.