El amor me dijo adiós
y la desolación me llegó al alma y a mi cuerpo.
Ante la imposibilidad de recuperar lo perdido
sigo la misma huella que solo lleva al silencio.
Solo escucho a mi corazón
que late cada vez un poco más lento,
que sin sangrar se sabe mortalmente herido
con heridas que quizá nunca cure el paso del tiempo...
Todo en mí es una desfragmentación
de lo que sabe a dolor para sentir las caricias del viento.
En mis labios el beso sin olvido
y en la pasión lejana el refugio de todos mis versos...
Estoy aquí. Mi soledad, mi salvación
donde aún puedo soñar estando yo despierto.
Todo alrededor está quieto, demasiado vacío
en un arte decorativo donde se deja ver lo siniestro.
El amor me dijo adiós
para que aquello que era blanco hoy sea solo negro.
Mis lágrimas vagabundas ya se han ido
y siento que aquí me devora el pensamiento.
Siento dentro de mí tanta frustración
que me cuesta ver que de mí estás demasiado lejos,
que la melancolía me convida con su alivio
para que mi destino confuso sea un poco más incierto...
Trato de contener mi respiración
de armarme ante este dolor que de mí está tan hambriento.
Siento la condena avasallando a mis cinco sentidos
las invisibles cadenas que me sujetan a este duelo.
Sin saber cómo fue, ya no somos los dos
y sin fuego igual en mí se creó todo un infierno.
En la creación de tu ausencia y de mi propio abismo
el adiós es el motivo por el que yo estoy muriendo...