Donde sea que estés,
nube amada de tormenta guerrera,
no detengas tu epopeya
por falta de sentimiento,
no renuncies a tu esperanza
por falta de una respuesta.
No soy mucho, pero mucho seremos.
No te oigo, pero te espero.
No te espero, más bien te busco,
tímidamente, sin pretender
que lo estoy haciendo,
buscando tu furia eterna
las nubes blancas oteo.
Sólo déjame oír tus truenos.
Sabe que tu advenimiento
es lo que infunde fuerzas a mi alma
de un tiempo a esta parte.
Sé que existes,
y montañas atravieso,
para encontrarte.