No quiero que me ames
como se aman los enamorados.
Solo quiero que tus cosas
llenen mis espacios vacíos,
que me abraces como si fuera un árbol,
que te despeines
que te pintes los labios de rojo,
y después llores,
como llora un ángel.
Yo no quiero que me esperes
después del trabajo,
ni pasar los domingos con tus padres.
Solo quiero que nadie nos moleste,
¡qué le importamos a nadie…!