Ayer, en medio de mi pensamiento constante,
te pensé,
y más que pensarte, recordé.
Recordé a tus manos,
que siempre supieron estremecerme.
Recordé, sin querer y sin evitarlo,
a tu boca,
que supo romper todas mis barreras.
Se catapultó en mí la melancolía
o tal vez la amargura,
de no tener compañía
en medio de la noche fría.
Soy tan absurda,
recordarte después de todos estos años,
después de tu traición
y de tus mentiras,
que entorpecieron mis deseos de amor.
Lejos de odiarte,
lejos de amarte,
lo que quiero es no recordarte
nunca más.
Nunca más.
Ser víctima del reloj,
que con su paso
pueda borrar mi memoria y mis penas.
Te quiero lejos de mi cabeza,
lejos de mi alma,
lejos de la noción de los tiempos,
porque te amo y no te amo
y no sé cómo sentirme.
Para olvidarte, quizás,
necesito el éxtasis de un nuevo amor,
que como ola salvaje
me arrastre a una nueva ilusión.
Quiero enloquecer de amor
y nunca más pensarte.
Ayer te recordé,
pero hoy prometo que te olvidaré.
Para bien o mal,
mi pensamiento te abandonará.
Este absurdo amor
que arrastra a mi corazón
como un bulto de piedras,
pero hoy y siempre
tiraré ese peso de tu adiós
hasta el infinito olvido.
Ayer te recordé,
pero hoy soy libre,
eternamente,
hasta el fin de mi pensar
y de mi querer.
Solo ayer te pensé,
solamente ayer.