Rafael Parra Barrios

A una mujer ajena

 

A una mujer ajena

 

Cuando te escribo

y te envío un poema, 

mujer amada y ajena, 

lo hago con cautela 

para evitar dilemas. 

Al hacerlo, 

me invade una pena, 

me sonrojo 

y pongo mis versos

en escena. 

Rezo porque entiendas

que no deseo molestar, 

que lo que quiero 

es mi talante mostrar

y en un acto de dignidad, 

entregar mis versos 

a la dama proverbial 

con profundo respeto 

y cordialidad.

En tanto es la abstracción, 

capaz de separar

al amigo del poeta 

en su contexto

temporoespacial. 

Duplicidad conductual 

en un punto de encuentro, 

el amor y la amistad, 

el abrazo y el beso.

El amigo marca distancia, 

recto y circunspecto,

apegado a las instancias, 

honra el afecto. 

El poeta que es libre,

escribe abierto, 

declara su amor 

en un tono secreto. 

Las odas a la dama 

son también al universo, 

exaltan a la soberana 

en una dimensión humana. 

Así es la poesía,

una vía de escape, 

que da esperanza y vida,

así estemos en jaque mate.