Yeshuapoemario

Oren constantemente. Den gracias por todo. Esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús (1 Tes. 5:17, 18).

 

En el susurro de la brisa, en el murmullo del río,

se escucha la voz divina que al alma trae alivio.

Con cada flor que se abre, con cada amanecer,

se renueva la promesa de un amor que es fiel.

 

Oren constantemente, con corazón sincero,

en cada acto de bondad, en cada gesto tierno.

Den gracias por todo, por el sol y la lluvia,

por las pruebas que fortalecen, por la paz que en el alma fluye.

 

Esta es la voluntad, el designio más puro,

que en Cristo Jesús hallamos, refugio seguro.

En la vastedad del cosmos, en la mínima partícula,

se refleja la grandeza de su obra articulada.

 

Alabemos a Jehová, fuente de toda belleza,

por los colores que dan vida, por la naturaleza.

Por los alimentos que nutren, por los amigos que son regalo,

por cada momento vivido, por cada sueño acariciado.

 

Agradezcamos las maravillas, las pequeñas y las grandes,

las que vemos a diario, las que en el corazón se graben.

Por la compañía agradable, por la risa compartida,

por el consuelo en el llanto, por la esperanza en la vida.

 

Nuestro cariñoso Padre, en su generosidad,

nos colma de felicidad, nos brinda su amistad.

Nos da más de lo que pedimos, más de lo que merecemos,

en su amor infinito, en sus brazos nos tiene.

 

Por la enorme cantidad de alimento espiritual,

por la esperanza preciosa, por su guía sin igual.

Por las respuestas que llegan, a veces sutiles, a veces claras,

por la fe que nos sostiene, por las dudas que se aclaran.

 

No olvidemos dar gracias, es fácil pasar por alto,

los milagros cotidianos, los detalles más recónditos.

Que nuestra oración sea un canto, una ofrenda de gratitud,

un reconocimiento eterno, una constante actitud.

 

Pongamos por escrito, nuestras peticiones, nuestros anhelos,

y veamos cómo se despliegan, cómo se cumplen los sueños.

Revisemos la lista, con ojos de asombro y esperanza,

y encontremos las respuestas, en la vida que se abraza.

 

Agradezcamos su ayuda, su mano que no se aparta,

su presencia constante, su palabra que arranca.

Que nuestra vida sea oración, un agradecimiento perpetuo,

una alabanza viviente, un corazón abierto y recto.

 

Así, en cada paso, en cada respiro,

en cada acto de amor, en cada desafío,

recordemos la voluntad de Dios, su amor tan inmenso,

y vivamos agradecidos, en Cristo Jesús, nuestro sustento.