Unos versos de cristal,
ven la luz de la mañana,
y es que llegan con el sol
cual caricia de las almas.
Ya las sombras se despiertan
y las aves, en las ramas,
dan entrada a su concierto
como todas las mañanas.
Es la vida que comienza
y un poema en la jornada,
con los versos y las letras
que susurran las cigarras.
Todo es una maravilla
y hasta el sol en lontananza,
perezoso, ya se estira
y saluda con su magia.
Ya se ven por los caminos
las alfombras marchitadas
que las hayas y los robles
regalaron con su gracia.
Y ese mundo de colores
se diluye en una capa,
de blancura y por la nieve
que ha venido a las montañas.
Es otoño, todavía,
al invierno aún le faltan,
unos días, solamente,
y quizás una semana.
Y esos versos de cristal
son de otoño, sus migajas,
con recuerdos y saudades
y con fiebre en la mirada.
Poesía que renace
cada día en otra etapa,
con suspiros y susurros,
de sus rimas hoy quebradas.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/12/24