Los poetas cuentan cuentos,
graban eternos, los momentos.
Son pulmones inmortales de difuntos.
Cuando yacen, cansados, con los pies juntos.
Pensantes de los cuerpos, ya ausentes,
En las pupilas del lector ahora presente.
Ruedas infinitas sin agüero.
Que, bajo tierra, hablan por el agujero.
Siempre conversan, buscando la respuesta.
Como si estuviera la puerta, aún abierta.
A veces, alcanzan la calma, con una respuesta.
Cuando encuentran, una gentil, pupila dispuesta.
Y se preguntan;
¿Cómo, borrar de su mente, los desenfrenados besos?
Si, nunca aprendieron a besar, sus labios yertos.
¿Cómo prohíbe a su mano tan astuta, las deleitables caricias?
Si nunca pasó, un pensamiento impuro de malicia.
¿Cómo otorgarle a su cuerpo, visitar su piel?
Cuando ya no acaricia la noche, con sabor a miel.
¿Cómo vestir de nuevo, ajustar las prendas, que nunca aflojó?
Si estando abajo, ya no hay musas. no conoció.
Y se despide, esperando respuestas.
Con un comentario, una mente dispuesta.