Usted me enloquece.
Cuando baila en los amaneceres,
cuando su cuerpo se oculta en los ocaso;
cuando declaro en versos mis placeres
y mi latir se siente en un abrazo.
Usted me enloquece.
Así, sin saña y ninguna alegoría;
como perdida en un universo oscuro,
cada noche y cada día,
tanto como un poema de verso puro.
Usted me enloquece.
Y quisiera hacerle el amor con locura,
dejando atrás mis pensamientos perversos;
acariciando cada centímetro con cierta cordura,
recitando en su cuerpo sensuales versos.
Usted me enloquece.
Y no podría negarlo más allá de esta noche,
en la que como tantas le sueño entre frazadas,
perdiendo mi sudor aún sin ningún reproche,
ahogando mis versos en poesías forjadas.
De verdad, usted me enloquece.
Y me encanta a la vez,
tanto que la amo entre poesías y rimas;
la deseo incluso más allá de su piel;
la disfruto en mi poema de vacíos y cimas,
y la siento con un beso sabor a miel.