Bajo un cielo estrellado que guarda secretos,
en la playa susurra el mar sus decretos.
Descalzos, sentimos la arena en la piel,
mientras el agua nos besa, tranquila y fiel.
La luna, brillante, nos cubre en su manto,
y el viento murmura tu nombre en su canto.
Tan cerca de ti, escucho el latido,
un eco ferviente de amor compartido.
Te acerco en un baile que el alma libera,
mi mano en tu cintura, tu aroma me espera.
Tus ojos reflejan un cielo estival,
y en ellos me pierdo, en un viaje inmortal.
Tus labios, ternura de fuego en esencia,
se encuentran con los míos, fundiendo impaciencia.
El sol, celoso, se oculta en la bruma,
mientras las estrellas arden con más espuma.
En tu abrazo eterno, el tiempo se apaga,
tu aliento en mi cuello mi razón desarma.
Cada roce, un verso; cada beso, un son,
declara en susurros un alma en fusión.
Te amo con fuerza que el océano evoca,
con viento y locura que nunca se sofoca.
Eres mi refugio, mi calma y mi fuego,
la pasión que enciende mi mundo y mi ruego.
Bajo este cielo, lo sé con certeza,
no hay amor más grande que el que me profesa.
Ardemos los dos, inmortales de esencia,
en un fuego eterno que vence a la ausencia.