Hoy veo rayos dorados
y es el sol que me calienta,
que amanece con el día
y que llegan a la tierra.
Tierra sedienta y mojada
por la lluvia que la anega
y que ha bajado del cielo
bautizando sus praderas.
Hoy canta el mirlo en la fuente
y el gorrión en la floresta,
y en los parques y jardines
hay ardillas y mofetas.
Cobra la vida sentido
y el otoño se despierta,
aunque son estas jornadas
de despedidas y nieblas.
Y esto es así porque, en breve,
el invierno ya se acerca
para coger el testigo
del otoño y su maleta.
Vendrá la nieve del cielo
para cubrir con su estera
a las montañas altivas
y a las llanuras y estepas.
Y el corazón de los hombres
tendrá la sangre que espera,
y el renacer de las rimas
vendrá, sin duda, a sus venas.
Tiempo de invierno y de cambios
y de otoño con promesas,
para otros ciclos y tiempos
que volverán a tu puerta.
Mientras gocemos del día
y estos rayos que se muestran,
de un sol cautivo y presente
y hasta ansiado por su ausencia.
Y es que en diciembre se nota,
el calorcillo que dejan,
cada mañana en su día,
estas caricias traviesas.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/12/24