En las frescas y largas caminatas, Ella solía ir rezando.
Los caminantes, la observaban, con cierta, curiosidad.
Rezaba el Rosario y, al final, se iba, en Dios confiando.
Tarea temprana, tenía la joven, para pedir la caridad.
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No es fácil, para una devota dejar de lado, su pasión.
Evocaba con gran fervor, las enseñanzas de la abuela.
Esta abuela, la oración, la convertía en tierna canción.
Grata compañía es, una abuela gaitera, en Venezuela.
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Es tal, como dice el dicho: Venezuela habla Cantando.
Era la rutina que, para dormir los niños, se les cantará.
La madre iba alerta, por si sentía, a sus niños llorando.
Hoy no sabe a quién, con confianza, Ella, se los dejará.
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¡Una luz vino a su mente, La Maestra, de la Escuelita.
Quién, además, de ser Madre, la socorre su Abuelita!