Si te encuentro al final de mi camino,
cuando polvo y tiempo sean ceniza,
y el ocaso, que todo paraliza,
se ilumine al hallarte en mi destino.
Si te encuentro en la luz de lo divino,
donde el alma del cuerpo se desliza,
y el amor, como llama que agoniza,
renace eterno, puro y cristalino.
Entonces comprenderé los desvelos,
las horas que gasté en ansiar tu nombre,
los sueños que en la noche me arrebatas.
Y alzando la mirada hacia los cielos,
será mi corazón, aunque no asombre,
un eco de tus manos tan ingratas.
Justo Aldú
Panameño
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