Entre las sombras de la noche,
donde susurran los vientos,
encuentro mi alma errante,
en busca de tus pensamientos.
El tiempo se disuelve lento,
como el eco de un suspiro,
y en cada rincón del silencio,
me pierdo en tu delicado giro.
Las estrellas son testigos mudos
de lo que el corazón calla,
y aunque mis palabras no alcanzan,
en tu mirada hay calma.
Amor, como un río quieto,
serpentea entre nuestras manos,
y aunque el mundo sea incierto,
en tus brazos, soy eterno.