Bajo el cielo encantador de tus promesas,
Dios sabe que te busqué en cada rincón,
entre las sombras este amor que es un martirio,
solo siento un suspiro frío.
Te quise con la fuerza de la luna,
y tú, con la fragilidad del viento,
me amaste y me dejaste ir,
como la marea que se olvida del sol.
Mis ojos siguen buscando tu reflejo,
en cada lugar, en cada esquina,
pero solo encuentro tu ausencia,
y este dolor que se enreda en mis venas.
Fue dulce y intenso el instante en que tocaste mi piel,
pero qué amarga es esta despedida que no esperé.
el sabor de tu adiós se clava profundo,
y me deja vacía, perdida en un mundo que ya no es el de ayer.