Con el tiempo te suelto;
aquí en mis brazos no te tengo
y tampoco te retengo.
Si no me amaste por voluntad propia,
no lo harás por misericordia.
Por eso te dejo ir
y esta vez no iré tras de ti.
Esta vez te dejo solo a tu suerte,
orando alejarte de los ojos de la muerte
porque aunque no estés conmigo,
yo tus caminos bendigo.
No siento rencor en mi corazón
porque todo fue motivado por el amor
y aunque no estemos destinados a ser,
a Dios le debo agradecer
por haberme permitido amar
y ahora enseñarme a soltar.