Creí verte entre la muchedumbre...
con tu cautivo pelo trenzado, de estrellas divinas y orbes enmarcados de pura reverencia...
El tiempo se detuvo, las aguas calmaron y mi tempestad se tiñó de blanco...
al ver tu esencia impregnada... en la misteriosa neblina...
Esos labios encaramelados... con sabor a gloria, nunca los probé, solo los imaginé...
mas me niego a creer, que quien disfruta hoy, de tu cálida presencia...
¡No levante un altar a tu nombre!...
porque tanta divinidad, que guardas en tu alma bella, purifica las miradas más enfermas y heridas... con tan solo... una palabra tuya...
mas tuve la dicha... de sostener tus manos... en mi arduo cansancio y penoso sufrir...
Mmmmmmm... mmmmmmm...
Mmmmmmm...
Qué tonto fui...
confundí una rosa con una gardenia...
no mucha diferencia...
misma presencia...
no, no es la primera vez que me pasa...
pues siempre creo ver... a quien alguna vez me devolvió la vida...
¡Ja! tan solo... creí...
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