Visitó mi voz, el oído de su piel.
Ella encendió la llama, y todo su querer.
Desnuda la vestí, con mi trémulo cuerpo.
Y ella se elevó como la luna,
iluminando el momento.
Los ojos enramaron nido,
calentando las miradas.
Mientras las voces tejían puente,
para dos almas amadas.
Deslizamos nuestras yemas,
por nuestras luces y sombras.
Embriagando nuestras almas,
Dando amor y magna honra.