En el cielo te contemplo
como el más bello lucero,
un diamante que venero
en el más secreto templo;
soy como un lobo sediento,
repitiendo que te quiero,
que con tu ausencia me muero
entre eterno sufrimiento;
y me pierdo entre el silencio,
en ambiente de ternura
con notas de decepción;
y severo me sentencio
a una vida de locura
con herido corazón...