Lord Gunth

ESCUELA DE ARTES ESCÉNICAS

Sus manos mueven la saliva
del firme esputo milenario.
Las piernas sostienen las ensoñaciones
del inocente juego del morir, muerte sin dolor.
Verga derrotada con un agujero mirando
al infierno, bendito terremoto social
donde el diablillo juguetea con su realidad
abusando de ella con el martillo de la memoria.
Fino bigote de mirlos asesinados, el fin de la inocencia
sus tersas nalgas de culturista apretadas
como señal de confianza
(Modelo Beefcake post-irónico)
en una postal contemporánea cuyo paradero
se haya remoto en un espacio de hedonismo
en el que no existimos, ni nosotros ni lo moral.
Él nos mira con condescendencia
mientras se masturba escuchando
el \"Lascia ch\'io pianga\" de Händel,
su sonrisa es un cáncer del alma,
su cuerpo nos consume,
nos lleva a la desesperación,
a la autolesión,
a dejarnos llevar por la soberbia del obsesionado.
Levanta el brazo de divinidad
y nos acaricia el magullado rostro,
consumido por sus latigazos y su maltrato,
nos toca cariñosamente, crisálida del alma,
para irrumpir al final en la gran broma final.
Sus cojones miran a la aurora,
sus ojos al ocaso.
El reguero de amargo licor enamorado
duerme arropado esculpido por la ultraviolencia