La anatomía del beso es diversa, dependiendo de los labios, de la piel, de la pasión con la que se besa, de las ganas y el hervor de la sangre. Siempre empieza como un goteo en el tejado y termina en un despilfarro de emociones, un caudal después de la tormenta. El polen de la intimidad corporal revela que, en el beso, hay más que labios y saliva, más que piel y cuerpos. Es el descubrimiento del otro, la conquista del otro, la llave de entrada al cuerpo completo, a ese infinito de sentimientos que somos debajo de la piel.Si dos bocas se tocan, forman universos, conjugan los deseos y verbalizan el amor. Un beso puede ser cuadrado o redondo, lineal o curvilíneo. Debe ser constante y auténtico, aunque puede o no ser lógico. Un beso puede darse en un parque, en la cama, en un avión o tirado en la arena. Puede o no incluir un mordisco en el labio, pero debe ir acompañado de un abrazo o sujetando la cara. Y es preferible terminarlo con una palabra dulce, como por ejemplo: \"Te amo\".