Estrella en pánico desesperada
rudamente arrastrada por los pies,
arañas a tu paso el firmamento
por el vivo dolor de perecer.
Lloras silenciosa por tu descenso,
satisfaciendo en glorioso placer
(con el brillar de tu sufrir perfecto)
al más oscuro morbo en cada ser.
¡Hermosa de fuego fugaz, tú hieres!
y derramas luz limpia sobre el cielo
y enciendes corazones mientras mueres.
Porque en tu fungible fulgor de fuego
un efímero no sé qué me crece
si recoges en tu llanto... mi deseo.