Mario Rodolfo Poblete Brezzo.

Suicidio...

Aburrida la muerte de un trabajo tan ingrato,

en que la culpan de todo y más,

a pensado en suicidarse...

Perooooo...

Cómo, cuándo y dónde.

Y lo más importante;

¿A quién dejará su trabajo?

 

A un periodista no puede ser.

Porqué publicará las listas diarias de quiénes morirán en algún matutino...

Qué le ofrezca un buen contrato por la exclusiva

y además revelará que hay o no hay en el más allá...

 

A un sacerdote no puede ser.

Porqué la iglesia ya tiene la franquicia de la extrema unción

y el contrato del velatorio...

 

A los políticos tampoco les puede dejar el trabajo.

Porqué por un voto no se llevarán a nadie.

Se han visto muertos cargando adobes y en algunos países hay miles que votan.

Si no los llevan, evitarían las comisiones investigativas, cuyas investigaciones mueren por el camino...

 

A la dama de la Justicia...

Peroooo...

Cómo sufre de ceguera, no encontraría el camino.

Y además también quiere suicidarse...

 

A algún empresario.

Perooooo...

Monopolizaría el negocio de las funerarias.

Obvio. Sabría de antemano quién moriría y sería el primer buitre en llegar a ofrecer sus servicios.

 

A la vida...

Peroooo...

Se negó, excusándose en que ya tiene demasiado trabajo en traer al mundo a los que nacen cada día.

 

Al amor...

Perooooo...

También se negó porque tiene un serio enfrentamiento con el desamor, que anda con el cuento que gracias a él, se escriben los mejores poemas.

Así que están en un juicio en tribunales, donde el juez se a divorciado 4 veces y el jurado está dividido en 6 felizmente casados y 6 infelizmente cornudos por infieles.

Está difícil el veredicto final y el amor tiene que alargar el juicio porque hay testigos de amor verdadero...pero solo dos parejas son de heteros de la misma edad.

Tres parejas gay que se aman de verdad, presentan un problema diferente cada una.

Una es un militar con un marino, aunque quieren declarar, luego irán a corte marcial y eso no es justo, quedarán sin pensión y sin trabajo, además de presos.

Otra es un veterano, que salió del closet y se enamoró del jardinero que tiene su misma edad.

Tampoco sería bien visto, por el daño que causó a la familia que formó.

La tercera pareja es de dos poetas...

Peroooo...uno tiene 21 años y es enfermo de lindo y un genio...

El otro...tiene 60 años, es muy guapo, pero es muy celoso y de genio, tiene lo que es muy malo. O sea es mal genio y quizás con que salga cuando declaré, porque duelen las verdades que dice.

¡Espanta! con sus certezas...peroooo...hay que ver que cantan a parejita los dos...y el sesentón, parece que tuviera 30 años.

Así que la muerte siguió pensando, en quién la puede reemplazar...y se le encendió la ampolleta con esta pareja gay que tienen un amor verdadero......yyyyyy...unos escándalos y peleas, que es mejor no intervenir...o salir del escenario...

 

Por eso mismo, la muerte pensó, deben pelear nada más por las reconciliaciones...

Claaarooo...cómo tienen amor verdadero, son adictos al placer y al sexo, lo propio del sentimiento, el cariño y la amistad...y mil trescientas veinticuatro posiciones...

¡Eso es, exclamó la muerte!

El sexo, me reemplazará.

Y así se fue directo a conversar con el sexo, para proponerle el trabajo.

Lo encontró consolando al Kama-sutra, que lloraba con mucha pena porque había sido superado por este par de poetas.

 

Le explicó entonces la muerte al sexo, que ya estaba chata y aburrida con su trabajo porque de todo la culpaban a ella y ella nada que ver, porque solo era el final de la vida y su trabajo \"ad honoren\", porque según dijo la muerte, eso del barquero y las monedas era cierto, pero ella nunca se quedó con ninguna moneda, porque fueron a dar al fondo del mar y era solo una tradición para los tontos, porque el último en bajar de la barca siempre agarraba las monedas muy discretamente.

Y a ti, te iría bien, dijo la muerte al sexo, y agregó, a veces cobras por placer o posición o succión, o que sé yo...

 

El sexo le contestó a la muerte que se sentía honrado que hubiese pensado en él y que le hacia justicia porque muchas veces se referían al sexo cómo un placer de \"muerte\", pero era una exageración de las parejas de amantes en los moteles y de los mentirosos en los clubes de fútbol de barrio, que en realidad hoy en día son más fabricas de borrachos que otra cosa, pero que le agradecía mucho que le diera la oportunidad de cambiar de trabajo y que le diera un tiempo porque tenía que atender un caso de placer en curso, en el que una viuda relativamente joven y adinerada, estaba loca de \"ardiente\" por un mozo de 19 años, con un cuerpo de miedo, que era un destacado clavadista de saltos ornamentales y tenía unas nalgas letales y un ornamento de campeonato mundial ...y era un caso urgente porque la viuda quería que la clavara  a ella a la brevedad y bien clavada en repetidas oportunidades.

Y justo se daba el caso, que el mozo clavadista, buscaba un auspiciador para su carrera y cómo mozo que era, tenía ya sus inquietudes sexuales y poca experiencia...Y lo peor que por ser tan buen mozo y tener buen cuerpo, buenas nalgas y tremendo ornamento...Los auspiciadores, que eran cómo los gustos, de todos colores...o querían clavarlo o que el los clavara, no precisamente en la piscina ...más de alguno si, tenía una fantasía relacionada con el trampolín...Pero como fantasía corría tan descartada como el salto del ropero, porque se supo de un caso en el siglo 18 de uno que quiso probar suerte y te encontró a ti, la muerte al rebotar en la cama y azotarse en el suelo...

Bueno, dijo la muerte, siempre tan precisa en sus comentarios tan serios...Mejor azotado en el suelo que atravesado por una perilla del catre o un larguero...¿No te parece?

Si, me parece muy correcto tu comentario...para el bronce, muerte querida.

Eso mismo, agregó la muerte...era un catre de bronce...

Te espero entonces, sexo de placer y lujuria...

Muy bien dijo el sexo...pero ten cuidado donde te sientes...aquí el que se ensarta, se ensarta...

 

CONTINUARÁ...

 

Autor: Mario Rodolfo Poblete Brezzo.

Martes, 17 de Diciembre del Año 2024.

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