BAJO LA TORRE DEL HOMENAJE
Lo único que me gustaría
es servir de guía en mi pueblo
y recontarles historias locales
animadas por un tono de convencimiento
y de benevolencia en el punto de vista,
y encaminarlos por debajo de la más alta torre
y animarlos a subir deprisa hasta el pie del castillo.
Y entonces ellos, los turistas, acabarían
el itinerario muy contentos y satisfechos
aunque también se sintieran presos
de una ligera desesperación,
como si hubieran sido estafados
de algún modo por el guía: yo mismo,
como ellos también itinerante,
funcionario a tiempo parcial del Ayuntamiento. Y se sentirían, además,
gustosamente sorprendidos
por la variedad de las anécdotas recordadas
en un casco antiguo compacto
bajo la torre del homenaje. Heterogéneo en palabras
y en contenidos,
algunos de cuando yo era niño en el pueblo,
de mis andanzas por los callejones luminosos
de la ladera orientada hacia el este,
mientras que, sin embargo, no recuerdo ningún crepúsculo.
Pues ¡qué mejor distinción o trabajo remunerado
que gustar
de esta forma a los oriundos de otros lugares!
Gaspar Jover Polo