I
Dibuja en palabras lo que el silencio calla,
porque el mundo, aunque grite, no siempre se oye.
II
Ama la metáfora como al pan de cada día,
pues en su sombra habita el alma del poema.
III
Guarda en tus versos el pulso del tiempo,
un eco que dure más que tu voz.
IV
Sé el ojo que observa lo que otros no ven,
el espejo que devuelve la verdad, aunque duela.
V
No temas a la rima ni a la ausencia de ella;
escribe como el río que nunca se detiene.
VI
La palabra es espada, pero también refugio.
Úsala para construir, no solo para destruir.
VII
Lee con el hambre del viajero perdido,
pues todo poema nace de otro corazón.
VIII
Respeta al misterio como a un viejo sabio;
no todo poema debe ser comprendido.
IX
Deja que tu tinta sangre y florezca,
que en la herida está la belleza más pura.
X
Nunca olvides que eres apenas el medium,
un canal entre lo divino y lo humano.