Freddy Kalvo

Sentir de un jornalero

Cada vez sufro de espantos

si dispongo de un paseo

cuando a mucha gente veo

con sus múltiples quebrantos.

Un día, encontré a Don Santos,

con su cuma y su machete

al pasar por un boquete

y me dijo, con sorpresa:

—¡Qué mirada cara es esa,

deje que su mano apriete!

 

El encuentro fue emotivo

y no están para saberlo,

días tenía sin verlo

y el encuentro fue furtivo.

Y me dijo, pensativo:

—Quiero hablar de algunos temas

y que ahora son problemas.

Nos sentamos, conversamos,

y de lo siguiente hablamos

largo rato y sin esquemas.

 

—Creer se ha vuelto un dilema

confiar es un desafío

y no es un invento mío

tampoco una idea extrema.

—Vivimos en un sistema

que atrapa con un mendrugo

e impone su propio yugo.

La gente traga mentiras

—le dije— y luego te admiras...

—¡Le aplauden a su verdugo!

 

La vida está más compleja

la historia la han mancillado

y el pueblo sigue callado…

—¡Le apaciguaron la queja!

—¿Y quién los hilos maneja,

para que muchos lo alaben?

—¡El mismo que todos saben!

Y seguirán sus engaños

le faltan algunos años

espurios... —¡Y lo resaben!

 

—¿Y entonces, a dónde vamos?

Le pregunto al jornalero.

Y él responde: —¡Al matadero,

porque muchos la cagamos!

Y un buen rato platicamos

sobre el pobre y su pobreza

en la bolsa y su cabeza.

Lo vi muy arrepentido

pero ahora, convencido,

y con signos de braveza.

 

Y Don Santos no es letrado,

jamás asistió a la escuela

le han dado mucha pajuela

igual que algún licenciado

y a muchos que han estudiado.

Amarga es la medicina

que más dolor vaticina

por lo que está por venir

y el pobre, más va a sufrir,

con la vida más en ruina.

 

Y esa fue la conclusión,

con el hombre en alusión.