En la catedral se alza la luz.
La fe divina, como piedras cristalinas de Ormuz.
Los acabados góticos se mezclan con la creencia.
Pero son todo macabras cortinas rasgadas llenas de apariencia.
¿Acaso será tarde para ser salvada?
Estoy al borde de la ventana.
En el altar la risa de una rosa rosada.
En el púlpito las lágrimas de una joven enamorada.
El órgano marca el inicio de una desgracia.
Frente al santo un ataúd, una avalancha de suspiros como rotas crisálidas.
¿Cómo saber si realmente existe el todopoderoso?
He estado esperando y me he ahogado en el infortunio más armonioso.
Esperando tu llamada.
Se ha apagado mi esperanza.
Como huecos vacíos del latido de mi corazón,
Espero de la tristeza poder tener salvación.