José Fas Fonfría

Hola tristeza, ¿Qué tal estás?

Hola tristeza, ¿Qué tal estás?

Te veo cómoda, sentada ahí en el sillón.
Pienso que si quizás te apetecería
salir a pasear, ahora es buena ocasión,
un buen paseo… a ambos nos distraería.

Pero si lo prefieres nos quedamos en casa,
que es donde tú y yo, mejor lo pasamos.
No te preocupes, sigue sentada y descansa,
me siento también junto a ti y hablamos.

Aquí en  el sofá, junto a mi querida tristeza,
que es ya por ventura, una más de la familia,
nunca se aburre conmigo, ¡Que belleza!
Muy esmerada, si la necesito, me auxilia.

Somos como muy buenos hermanos,
siempre está conmigo cuidándome,
juntos paseamos cogidos de las manos,
si siento frío, me cuida, abrigándome.

Me entretiene, me ayuda, me mima,                     
sufre cuando sufro, y ríe si me ve reír,
siempre con una sonrisa amplísima,
muy detallista, me ayuda a bien vivir.

Dialogamos y hablamos continuamente,
vivimos el uno para el otro… con ternura,
nos allanamos con afecto mutuamente,
nos ayudamos en instantes de amargura.
     
Cuando duermo, anda lenta, de puntillas
para no despertarme, vela mis sueños.
Cuida donde camino, me pone alfombrillas,
me agasaja con los detalles más pequeños.

Es mi vanagloriado ángel de la guarda,
al despertar, está frente a mi sonriéndome.
La siento luchar por mí, no se acobarda.
De noche en la cama, la siento abrazándome.

¡Gracias, gracias, querida Tristeza!