gargantua

EL ASESINATO DE FEDERICO

Que era de madrugada...
cuando cantaban los gallos.
Que de madrugada fue...
cuando los gallos cantaban.

El viento, pregón de muerte,
se redobla entre las cañas,
y los lobos desperezan
sus colmillos de guadaña.

Verano.
De madrugada.
Año de 1936.
Guerra Civil en España.

Al tranco viene la muerte
por el camino de Alfacar.
Cinco camisas azules,
en la noche te escoltaban,
junto a un banderillero
y un maestro de Pulianas.

En un lugar inconcreto,
cerca de la Fuente Grande,
entre olivares y pinos;
miembros de la Escuadra Negra
consumaron tu destino.

La pólvora tronó en la noche
despidiendo llamaradas.
Pronta te llegó la muerte
en el plomo de las balas.

Dieron tierra a Federico
a las afueras de Alfacar.

De los cercanos olivos
están llorando las ramas,
y tan profunda es la pena,
que sus lágrimas sustentan
las raíces de la grama.

Los gitanos por el monte
blanden con rabia las facas,
mientras Antonio el Camborio
tapa los ojos del muerto
con dos monedas de plata.

Dieron tierra a Federico
a las afueras de Alfacar.

La luna nueva en el cielo,
testigo de la matanza,
se puso el traje de luto
sobre su camisa blanca.
Y la linfa tornó en sangre
en las fuentes de la Alhambra.

Dieron tierra a Federico,
a las afueras de Alfacar.

Verano del 36.
De madrugada.
Por agosto...
y en Granada.
Mataron a Federico,
la flor y nata de España.