Un acto teatral sobre los Reyes Magos y su desafío en el camino hacia Belén
Vestuario
El típico vestuario árabe con capas y turbante.
Personajes
Melchor: Rey de cabellos blancos, túnica larga de terciopelo azul con bordados dorados, lleva una corona sencilla y un cofre con oro.
Gaspar: Rey de mediana edad, cabello castaño, vestido con una túnica verde con detalles plateados, un manto gris y un cofre con incienso.
Baltasar: Rey de piel oscura, joven, con una túnica roja bordada en oro y un turbante dorado; lleva mirra en un frasco de alabastro.
Escenografía
Primer escenario: Un desierto vasto y árido bajo un cielo gris. En el fondo, dunas de arena. Las nubes cubren las estrellas, creando una atmósfera de desorientación.
Segundo escenario: Un modesto establo iluminado por un resplandor cálido. Hay paja en el suelo, un pesebre sencillo y animales en un rincón: un buey y una mula.
Acto único
Escena 1: En el desierto
(Los tres reyes caminan con dificultad, sus capas ondeando con el viento. Llevan los regalos en cofres que sujetan con firmeza. El sonido del viento llena el aire.)
Melchor: (mira al cielo con frustración) La estrella... ¡Ha desaparecido! Este cielo gris nos confunde. ¿Cómo sabremos hacia dónde dirigirnos?
Gaspar: (con calma, mirando alrededor) Tal vez la estrella no se ha ido, solo está oculta tras estas nubes. Si tenemos fe, encontraremos el camino.
Baltasar: (se detiene y se seca el sudor) Pero el desierto es traicionero. Sin la guía de la estrella, podríamos caminar en círculos. ¡Ya hemos perdido un día entero!
Melchor: (golpea el suelo con su bastón) No podemos permitirnos más retrasos. ¿Qué dirán los demás si no llegamos a tiempo? Este niño es el Rey de Reyes.
Gaspar: (señalando al horizonte) Tal vez la estrella nos está enseñando otra lección. El camino no es solo mirar hacia arriba, sino también seguir adelante, juntos.
Baltasar: (sonriendo) Gaspar tiene razón. Sigamos, aunque sea despacio. Si nuestra fe es fuerte, la estrella volverá a brillar.
Escena 2: Llegada al establo
(Los reyes llegan al humilde establo. Un resplandor cálido y celestial ilumina el lugar. El viento se ha calmado, y las nubes se disipan lentamente, dejando ver la estrella.)
Melchor: (arrodillándose con reverencia) ¡La estrella nos ha conducido hasta aquí! A pesar del mal tiempo, hemos llegado.
Gaspar: (mirando al niño con ternura) Qué grandeza tan humilde. En este pequeño pesebre yace el Salvador del mundo.
Baltasar: (con emoción) El viaje ha valido la pena. Ante este niño, todo lo demás pierde importancia.
(María y José los observan con gratitud. Los reyes presentan sus regalos.)
Melchor: (abre su cofre) Oro para ti, Rey de Reyes. Símbolo de tu realeza eterna.
Gaspar: (ofreciendo su incienso) Incienso, para honrar tu divinidad. Que este humo suba hasta los cielos como nuestras oraciones.
Baltasar: (entregando su mirra) Mirra, un regalo para recordar que, aunque mortal, tu destino es divino.
(María toma los regalos con delicadeza, mientras José asiente agradecido.)
María: (con una voz suave) Sus sacrificios y su fe nos han traído a este momento. Que Dios bendiga su camino de regreso.
Gaspar: (mirando al niño) Y que este niño bendiga al mundo.
(Los reyes permanecen arrodillados en silencio por un momento. Luego, se levantan, miran al cielo despejado y salen del establo con renovada esperanza.)
Fin del Acto
Mensaje final: El acto celebra la fe, la perseverancia y la humildad, recordando que incluso en los momentos de oscuridad, la luz de la esperanza y la guía divina siempre reaparecen.
JUSTO ALDÚ
Panameño
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