Nada,
solo pasa el viento,
da la vuelta,
percibiendo el agujero en su saco,
hasta él siente frío.
El agujero se puso chamarra de cuero,
un poco menos lento,
termina su acto de ultraje,
con sed de delirio.
Se vuelve a prender de los aires,
añorando las nostalgias y los bailes,
nada llena más que un hueco,
en especial uno tan terco,
que va vestido con traje ligero,
pese a llevar pipa y sombrero de marfil.