RICARDO V

¡Vamos a contar poemas!

¡Vamos a contar poemas!

Uno, dos, tres … así no.

Vamos a contar poemas

y hagamos de Cicerón.

 

Casemos en sentimiento,

hablemos en reflexión,

optemos al universo,

seamos daga y blasón,

disfracémonos de duende,

transmitamos con su voz

el reflejo en una fuente

llena de imaginación.

 

En las noches tenebrosas,

donde reside el temor,

el verso es como la aurora

que te guiña con albor

y te llama y te enamora

acercando el resplandor

de una claridad canora

cuando obliga la opresión.

 

Escuchar versos de pena,

de hermosura condición,

te transforma en primavera

el invierno más feroz,

hace descubrir maneras

de esquivar cualquier dolor

y nos lleva a ser estrella

por un minuto o por dos.

 

Si te puede la tristeza,

si te viene un apagón,

si te surge algún problema

de difícil solución,

acude presto a la mesa,

cuando tengas la ocasión,

donde se sirva en bandeja

un poema salvador.

 

Se susurran las palabras

que han de oírse en comunión,

el ingenio es como un hada

que ilumina cual el sol,

a la sangre se la trata

como un tropo bermellón

cuando se hablan de batallas

que lo son o no lo son.

 

El ambiente es una hoguera

en el aire alrededor

del que recita poemas

con la voz del corazón,

hay atmósfera serena,

hay efecto de calor

aunque la muerte se sienta

presente tras el telón.

 

Vamos a contar poemas

sin buscar una razón,

vamos a mostrar la fuerza

de un soneto redentor,

de una dolora cualquiera,

de una asonancia en canción,

y vayamos a la guerra

de la dura incomprensión.