\"Desde el cielo mira a esos que se afanan
entre sus frutales la suave luz, mientras
comparte su dicha, pues no creció sólo
por mano del hombre el fruto de otoño.\"
-Friedrich Hölderlin (1770-1843)
Entre grandes aciertos y errores comunes,
el ojo dorado del existir
se agrieta o se abre
según se preste la ocasión.
El poeta borracho y loco
recuerda sus antiguas odas
que le hicieron ser
la estatua humana que es hoy.
No siente melancolía pues sabe
que mejores tiempos vendrán
y acariciando el lomo de un gato enfermo,
sonríe, mas esta dicha
es propia del idiota,
pero del idiota realizado.
Prefiere vivir con una venda
metafísica que acarrear el dolor
de tener nombres y apellidos.
Sus amaneceres ríen
con sangre en los labios,
pero asertivos y encantados
de haberse conocido.