¡Ay!, que lejos estás, mi marinero,
rezo por ti lo mucho que te quiero,
cariño mío, que siempre te espero,
que no te trague ese mar traicionero.
En el cielo azul veo tu lucero,
esa fuerza cuando la noche truena
de lucha entre olas es también mi pena,
y te abrazo en el cielo mensajero.
La playa trae tu nombre querido,
afronto el azul con un beso herido,
por tu lejanía que en mi pecho arde.
Regresa a mi lado, amor verdadero,
que mi corazón es tu varadero,
hogar sin aguas que a salvo nos guarde.