Tan maravilloso el encanto,
de la noche y su manto,
llegan sus seres ausentes,
a robarse nuestras distancias,
por costumbre irrelevantes.
Retomamos nuestras ataraxias,
con los recuerdos desbordados,
reímos casi por reflejo,
confusos los corazones desahuciados,
tímidos, pero aún románticos.
Llega la fragancia dulce,
de un inocente frío errante,
en olvido se traduce,
el mítico trance,
y solo es el ojo lo que cambia,
dramática y sutilmente…
a un tono azul nostalgia.