Alberto Escobar

Infórmame...

 

Homero nos dice 
más de hoy 
que el periódico 
de ayer. 

—Paco Umbral.

 

Estar informado,
¿de qué?, ¿para qué?,
¿de qué me sirve saber
qué del mundo hoy
si te has ido?
¿Qué gano yo con saber
si el euro cunde más
hoy que ayer o menos
que mañana si no sé
si estaré respirando 
mañana o dentro de un
minuto?
¿Qué me aporta que el 
gobierno haya aprobado
tal o cuál ley —que parece
prometer prosperidad— si
mi cama, a partir de ahora,
será yerma y fría?
Solo hago que mirar un chat
todavía vivo, eso quiero pensar, 
y negaré por un tiempo
que todo el amor que prendiste 
de él en palabras, audios y vídeos
sea ya crónica de un pasado
glorioso—desierto, oasis, agua—, 
y me aferro a lo que siento
como percebe a su roca, no,
no es posible que este nido
que con paciencia de vencejo
construímos palo a palo se venga
abajo y se estrelle de impotencia. 
Estar informado de qué, de quién
que no seas tú, qué me importa
si la velocidad a la que rota el globo
que me contiene es mayor o menor
o cotiza al alza o a la baja si tú, sí,
mi razón de ser, acaba de dejar vacío
un hueco en el triste viscolástico 
de un jergón inútil, desvencijado y roto, 
hasta plantearme —a modo de punto
y aparte— si sigo respirando o aguanto
el aire que me resta hasta el disipe, si
debo consultar el diccionario que llevo
dentro para echar mano de conceptos
que a modo de salvavidas me salven
de este inminente naufragio. 
No quiero informarme, no tengo ganas
de perder el tiempo —el poco que me queda—.